Tarjetas Mexicanas

Esta Estrategia con Tarjetas Mexicanas Me Dio Más Libertad que un Sueldo Alto

Durante muchos años pensé que el crédito era solo una forma elegante de endeudarse. Así me lo hicieron creer desde que era niña, allá en el barrio donde crecí, en Jalisco. Mi mamá me decía que tener tarjeta era peligroso, que lo mejor era pagar todo en efectivo, “para no deberle nada a nadie”. Y aunque lo hacía con amor, ese consejo limitó mi vida por mucho tiempo.

Todo eso cambió el día que me detuve a hacer algo muy simple: leer los beneficios de una tarjeta de crédito que me llegó por correo. No la acepté de inmediato. Pero algo en esa carta me despertó la curiosidad. Hablaban de acumulación de puntos, de meses sin intereses, de protección de compras, de acceso a salas VIP en aeropuertos… ¿cómo era posible que yo nunca hubiera oído hablar de eso?

Empecé a investigar. Pasé semanas leyendo blogs financieros, viendo videos de expertos, preguntando a personas con más experiencia. Y me di cuenta de algo que me marcó para siempre: los ricos no le tienen miedo al crédito. Lo usan como herramienta para multiplicar su dinero, su estilo de vida y sus oportunidades.

Decidí intentarlo. Solicité mi primera tarjeta: una Banorte Por Ti Mujer. Me la aprobaron con un límite modesto, pero fue suficiente. Aprendí a usarla con inteligencia: respetando fechas de corte, pagando el total, aprovechando promociones, viajando con descuentos… y, lo más importante, construyendo un historial que pronto me permitió acceder a líneas de crédito mucho más grandes.

Después vino mi segunda tarjeta: una BBVA Platinum. Ahí descubrí el mundo del cashback, los seguros de viaje, los accesos preferenciales. Y cuando tuve la confianza, pedí mi tercera joya: la American Express Gold Elite, una tarjeta que siempre vi como algo lejano… pero que ahora uso para negocios, viajes, eventos y compras protegidas. Todo, sin pagar un solo peso de interés.

En menos de 18 meses, mi vida financiera cambió radicalmente. Pasé de no tener historial a tener más de $500,000 pesos en líneas de crédito activas, recompensas por más de $40,000 pesos al año y una reputación bancaria que me abrió muchas puertas: créditos empresariales, invitaciones a eventos exclusivos, alianzas estratégicas… incluso inversionistas que se fijaron en mí por el orden con el que manejo mis finanzas.

Y no, no soy economista. No estudié finanzas. No tuve mentores ni asesoría costosa. Solo aprendí algo que casi nadie nos enseña en México: que el crédito no es tu enemigo… si lo sabes usar, puede ser tu trampolín.

Hoy, como CEO de una firma que asesora a mujeres profesionales en todo el país, he enseñado este mismo sistema a más de 4,000 mujeres que, como yo, venían de cero. Mujeres que ahora tienen acceso a tarjetas con beneficios reales, que viajan con millas, que protegen a sus familias con seguros incluidos, y que ya no temen revisar su estado de cuenta.

Sé que allá afuera hay miles de mexicanas que todavía creen que “el crédito es malo”. Yo también lo creí. Pero no lo es. El problema es la ignorancia, no el sistema. Y cuando aprendes cómo jugar el juego, te das cuenta de que puedes dejar de sobrevivir… y empezar a construir.

Si tú también quieres vivir esa transformación, estás a tiempo. Solo necesitas dar el primer paso: aprender cómo funcionan las tarjetas en México, cuáles son las mejores, cómo evitar trampas, y cómo convertirlas en aliadas para tu libertad financiera.

Y si yo pude hacerlo, empezando desde un barrio de Jalisco con una tarjeta básica… tú también puedes.

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